Monday 30 January 2012

Falsum Emporio

I just came back from London. I had a stupendous stay, as one should, in the city of boredomlessness, save for a regrettable but still enjoyable event which I will now expand on.
I was standing at the corner of Gloucester Rd. and Queen's Gate Gardens in South Kensington, London, when a car pulled over next to me. The driver looks at me and I look at him for a few seconds. The staring began to feel awkward so I said:
-If you are looking for directions you got the wrong person: I'm a tourist.

To what he said:

-No, maybe you can help me...

He then went on to tell me that he was on his way to New York (he show me a print-out of his boarding pass) and that he needed to get rid of three Armani jackets otherwise he would have to pay taxes for them at customs [ALARM ALARM ALARM!!!]. After he showed me his business card (Marco Rossi was his name) he mentioned that he just finished the preparations for the London Fashion Week which will take place next month [LFW takes place in February]. 

He was giving me the three jackets "for free", but he would take any amount of cash from me because he had to pay for the rental car. He said that each jacket had a value of £1200 (Let me help you: £1200 x 3 jackets = £3600). My brain was working as fast as the Large Hadron Collider. Where is the scam? Where is the scam?
He showed me the jackets. They had an Emporio Armani logo, tags with different information, including a tag with a warranty certificate with a logo hologram and a pouch with spare buttons. The products looked official. I was doubting my own conscience, but Marco seemed to be an honest Italian guy who was in real trouble. He did also put the flame of his lighter against the very real leather of one of the jackets to show me that it did not combust.
In my pocket I had just £80, so I told him not to waste his time on me because it would be a shame to give away such expensive articles for just a few quids. He said that his car rental was £400, and asked me whether it would be possible for me to get closer to that figure. I repeated several times that I was on a budget and I only had £80 and I could not provide him any more cash. I was extremely apologetic as I started feeling sorry for his misfortune. So in the end, we agreed that my help was not sufficient and after shaking hands I started walking away. I had not managed to get 10 metres away and he calls me back.
-Ok... I will give you two jackets for the £80- He was obviously not happy with the deal, but there was no choice.
I duly accepted.
I was thrilled and exalted. I was so fortunate. And even the jackets fitted me just fine... but, it did not matter, I was going to resell them in eBay or somewhere else.
My reason finally started to function, alas post facto. I started to doubt every single aspect of the event and after a bit of research on the internet I discovered that I am now part of hundreds of people that have been scammed by these mafiosi. Nevertheless, knowing that I was not the only one who got ripped-off turned out to be somewhat of a relief.
Marco Rossi, even if that is not your real name, please keep the £80. Your acting performance and your effort was well worth it. 
And, by the way, I really liked the tattoo on your neck. I wonder whether "Veronica" knows what you actually do for a living. She probably does.

Tuesday 18 May 2010

Desturismo en Buenos Aires

Viaje a Buenos Aires con la clara misión de descansar y disfrutar momentos agradables con toda la familia. Después de 390 días de ausencia familiar, 390 días de poca pausa y respiro, pude cumplir la misión y las tres semanas fueron satisfactorias. Volver no me gusta, trato de aproximarme más, pero me alejo un poco a propósito.

Muchas personas me preguntaron durante y después de mi estadía en Buenos Aires cómo veía la ciudad. ¿Mejor? ¿Igual? ¿Peor? Reflexionando un poco, Buenos Aires me da lástima.  Urbe de admirable reputación internacional, despreciada y destripada por intereses poco honrables. Doscientos años cumple el país, pero esos años se están perdiendo día a día por la falta de cariño a lo propio. ¿Qué es lo que hace falta para reforzar los valores históricos? ¿Destruir la ciudad entera?

Y fue en esta ciudad donde observé durante tres semanas el paso del tiempo. Reflexioné que hacer nada o poco es más duradero que hacer mucho y algo. Por eso mis vacaciones se disfrutaron más porque el reloj pierde moméntum cuando no hay tanta acción. 

Museo de Arte de El Tigre
Mis queridos padres ofrecieron llevarme de paseo por Entre Ríos o Azul, pero para evitar corridas, gastos, y demás incomodidades decidimos quedarnos y dejar pasar el tiempo en la ciudad de la furia. Descubrí pedacitos de la ciudad que tienen que ser subrayados para referencia turística y de interés general. El Museo de la colección de Amalia Lacroze de Fortabat y el Malba me dan ciertas esperanzas de que con buena voluntad la ciudad puede remontar. Estos dos museos están a la par de los mejores museos europeos. También visité con mis padres el Museo de Arte de El Tigre. Otra joya en el norte porteño, con una colección de los mejores artistas clásicos argentinos y con un edificio de estirpe arquitectónica envidiable. Saliendo de este museo, entramos en el Museo Naval de El Tigre, que si bien alberga una colección de objetos impresionante (incluyendo modelos perfectos de buques y barcos que construyeron nuestra historia) la presentación de los mismos necesita ser revisada por expertos. Tal vez, también, debería ser reducida, ya que la institución parece más un bazar lleno de objetos perdidos que un museo. Es difícil seguir las conexiones históricas entre las muestras. Hay que tener en cuenta que este museo existe gracias a la bondadosa voluntad de anónimos, y que con un presupuesto paupérrimo la manutención de tal colección es casi comparable a un milagro.


Paseé por Palermo y Belgrano, mi primo Mariano me llevó por el area aledaña al Cabildo y la calle Florida... ¡qué lindo quedaría Buenos Aires sin carteles publicitarios! Cuando pasamos en frente al Harrods nos detuvimos a quejarnos de cómo tan maravilloso lugar puede perdurar tanto tiempo enjaulado. Por suerte va a reabrir luego de tanto tiempo (Nota: La Nación).


Y, cómo de costumbre, me compré el contenido de un nuevo armario en diferentes locales alrededor de la ciudad. La creatividad artística no deja de prevalecer... espero que se pueda canalizar mejor.


En fin, Baires tiene que ir a un centro de rehabilitación lo antes posible. ¿otras sugerencias?



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Tuesday 28 July 2009

Fin de semana en Luxemburgo

La semana pasada fue un maremoto laboral. Sin mucho tiempo para pensar en mí mismo, las responsabilidades me tuvieron atado a la realidad y con el último suspiro pulmonar me arrastré hasta la tarde del viernes. Basta de pensar en historia, trabajo, casa, trabajo, casa… ¡me voy!

Ya medio que lo tenía planeado, pero todo salío más a lo sorpresa. Ganas de irme de viaje a algun lado tenía, a pesar de que el clima no me daba mucha inspiración. Pero cuando el sol quebró la capa de nubes, me gustó el resto del día. Alquilé un Fiat 500 (nuevo) y me escapé a Luxemburgo. El Principado está a unos 400 kilómetros, lo cual es facilmente realizable bajo condiciones normales.


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Ya tenía alojamiento arreglado. Los padres de una colega, Dafne, viven en un pueblo en las afueras de la capital. Amable e informalmente me albergaron por dos noches.

Después de un viaje medio pesado (mucho transito), el viernes por la noche llegue a Emster donde mi parador se encontraba. No entretuve por mucho tiempo las formalidades y me fui a dormir, ya que era demasiado tarde.

Luego de un desayuno, pseudo-almuerzo, me fui al centro de la ciudad a dar una vuelta. Guillermo II de los Países Bajos, rey de Holanda desde 1840 hasta su muerte, fue también Gran Duque de Luxemburgo. Me enteré porque la estatua que se encuentra el la plaza principal del centro de Luxemburgo es una réplica de la estatua que se encuentra en el centro de La Haya. Debe haber más de una razón por la cual la región formada por Holanda, Bélgica y Luxemburgo es comunmente llamada Benelux…

Paseando por el centro, topé con un mercado de antigüedades, donde me encontré un libro sobre los cien mejores pintores argentinos que debidamente adquirí no sólo por interés propio sino también para promocionar dicho producto en Europa y crear una demanda virtual del producto que va a beneficiar a los artistas argentinos tanto en Argentina como en Europa. ¿Fue eso? ¿Sólo una acto irracional causa de un nacionalismo idealista intravenoso? No, el libro está bueno… (¿Quién habrá sido el dueño anterior?)

A la tarde fui a visitar las instalaciones del Tribunal de Justicia de las Comunidades Europeas, la autoridad judicial de la Unión Europea que vela por la aplicación y la interpretación uniforme del Derecho comunitario. Tiene la sede en Luxemburgo y desde su creación en 1952 se han dictado más de quince mil sentencias. Y los resultados están a la vista. Uno vive tan despreocupado de casi todo que se olvida fácilmente que existen instituciones como éstas que trabajan para que esa certeza exista. La sensación de justicia es real y no sensacional. Mi visita fue más para apreciar el maravilloso e impresionante edificio. En este sitio hay fotos: Curia

Después de eso me fui al centro a cenar a un restaurante que se autonomencla “Last Supper”, o última cena en castellano. El lugar cruzó en rojo la calle Elegancia y terminó estrellado en la calle Cursi al 3500 (o Cursi3500). A pesar de que sobre gustos hay muchísimo escrito, el diseñador decidió saltearse la biblioteca universal de diseño de interiores. La idea de ir a un restaurante es, al fin y al cabo, para comer y satisfacer una necesidad básica humana. Así, si uno viene a comer a a este lugar y cierra los ojos, o come vendado, puede disfrutar de las delicias exorbitanes que produce el chef. No tengo buena memoria estomacal, pero en esta ocación recuerdo exactamente las crocantes verduritas que comí como entrada, la corona de coteleta de cordero como principal, y las inolvidables bolas de helado de mandarina, mango, y limón.

A dormir…

El domingo, desayuné como el día anterior y me perdí en las zigzagueantes rutas rurales. Llegué al río Mosela, casi, sin querer, me paso de largo y termino en Alemania. Arrivé a la altura de Greiweldéng, y continué rambleando hasta Réimech, pueblo famosos por su industria vitivinícola. En este pueblo paré en las bodegas de St. Martin (las más conocidas de Luxemburgo)… y como estaba medio en la duda de qué llevarme me traje los siguientes artículos:

Pinot Noir 2008 St. Martin
Riesling 2007 Grand Premier Cru
Chardonnay 2005 Grand Premier Cru
Pinot Gris 2004 Domaine Gales
Auxerrois Côtes de Remich
Cremant Brut Gales Héritage
Cremant Rosé Brut St. Martin

No sé qué estarán pensado, pero voy a necesitar mucha ayuda para terminar todos los productos… [Los Cremant (o champagne luxemburgués) serán abiertos cuando concluya la compra de la casa nueva.]

Seguí la dirección fluvial contracorriente para llegar hasta Schengen. Esta localidad se hizo famosa por la firma del Acuerdo de Schengen en 1985. Está ubicada en el punto donde se encuentran las fronteras de Francia, Alemania, y Luxemburgo. Para dar la vuelta y regresar en dirección de donde venía tuve que salir a Francia y reentrar a Luxemburgo, algo que no hubiese podido hacer tan fácil y rápido si no fuese por dicho Acuerdo.

Y me volví… manejando el Fitito hasta mi casa…

¡Qué bueno que estaba el Fitito!

¿Qué voy a hacer hoy?...

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Algunas fotos del viaje:

Luxemburg

Tuesday 16 June 2009

La cerveza ligera

Ya hace casi un año que vivo transitoriamente en lo que una vez fue un depósito de barriles de cerveza, construido en 1773. Mi casa es la número 4 sobre la calle Dunne Bierkade, distinguidamente colocada en frente a un canal holandés típico. Aunque no viene con mayordomo incluido para que injustamente la confundan con la baticueva, es una casita muy peculiar. Está escondida de la inmediata mirada del curioso, y para ingresar hay que caminar perpendicularmente unos diez metros por un pasaje entre muros.

Interiormente, el recinto debe haber modificado su disposición mínimamente algunas veces durante su larga existencia hasta que se convirtió en lo que es hoy. 236 años después, el único barril visible soy yo. Vagamente descripto, la planta baja está compuesta por un hall de entrada, un cuarto con lavabo y cómodo retrete, una cocina amplia, un minúsculo lavadero, y una pieza con ducha, distribuidas a lo tetris, o aleatoriamente. El primer piso, donde paso gran parte del día, es a la larga un living room (o sala de estar) en un rincón hay un hogar que utilicé en días más fríos, en otro rincón está mi reducido escritorio, desde donde estoy escribiendo. El living tiene salida a una terraza donde estratégicamente coloqué una parrilla argentina (La Special F-100). El segundo y último piso es mi extenso dormitorio. Como se podrán imaginar la repartición es un poco extraña, pero es normal considerando la vejez y las costumbres verticales locales.

En su era industrial, mi casa estaba indirectamente conectada a una pequeña fábrica de barriles de cerveza (foto abajo). La fábrica se dedicaba no sólo a la producción de barriles sino también a la manutención de los mismos. De la fábrica hoy no queda nada. Hoy hay un garaje de reparación de autos que está conectado a un café/bar turco. Los turcos, evitando todo el esfuerzo que el gobierno holandés impone para la integración cultural de los extranjeros, han traído un pedazo otomano a La Haya, con sus juegos de azar, sus bebidas sin alcohol, y mucho humo.

Jan van Goyen

Como parte del proyecto de expansión del barrio Spui en La Haya que se realizó en 1616, largamente financiado por el Príncipe Maurits (por razones defensivas), se dragó el canal Bierkade y, por extensión, el Dunne Bierkade.

Dunne Bier significa cerveza ligera, o aquella de un porcentaje alcohólico menor, y por lo tanto más barata.

Los canales que el Príncipe Maurits había mandado a construir abrazaban a La Haya. En esta ola urbanizadora se entregaron varios permisos para construir viviendas. El famoso pintor holandés, Jan van Goyen, fue uno de los beneficiados. Jan nació en Leiden el 13 de enero de 1596. Más tarde, en 1634, se mudó a La Haya, donde vivió hasta su fallecimiento el 27 de abril de 1656.

Alrededor de 1640 mandó a construir unas casonas, en una de ellas (hoy son la número 16 y 16A) él vivió. La casona fue reconstruida varias veces. Jan fue un gran especulador del mercado de tulipanes e inmobiliario. Tan grande fue, que en el día de su muerte dejó una deuda de 18 mil florines.

La casa siguiente (hoy número 17) fue alquilada también por el señor van Goyen, quien subsecuentemente se la prestó a su colega Paulus Potter, pintor del famoso Toro. Y siguiendo la corriente del canal, llegamos al número 18, la insigne residencia con el pequeño balcón y la fachada de piedra. La casa se erigió por una comisión del rico carpintero/arquitecto de la ciudad, Claes Dircx Balck Eynde. La frívola fachada fue diseñada por Pieter Post, el arquitecto vanguardista de aquel entonces. Casi todas las casas de la cuadra tenían entradas con piñones escalonados como esta casa. Hoy, es la única casa que queda con esta característica.

Otro pintor que se mudó a esta zona de La Haya fue Jan Steen. En 1649, con 23 años de edad, se vino como alumno de Jan van Goyen. El mismo año se casó con la hija de su maestro, Margaret.

No fue coincidencia que los tres artistas, Steen, van Goyen, y Potter, vivían cerca de cada uno.

Paulus Potter

Paulus Potter se casó con la hija de aquel Dircx van Balck Eynde, Adriana. El suegro estaba muy desilusionado con la elección de su hija, pero de cualquier manera, como buen padre, se cayó, y dejó que su retoño se casara con un mero pintor de animales. Paulus tenía un gran taller en su jardín, probablemente donde pintó “El Toro”. Potter se cansó de los celos, burlas, e intimidaciones de sus colegas que en el año 1652 se escapó a Amsterdam donde dos años después, con 29 años de edad, murió por consumo de alcohol. Un alivio para Dircx.

Jan Steen

Bajo el gobierno del sucesor del Príncipe Maurits, Frederik Hendrik (1584-1647), nuevos, mejores, y prósperos tiempos surgieron para los artistas. El nuevo estatúder y su mujer dieron más atención a los artistas holandeses que a los extranjeros. Esto se puede observar claramente en la construcción de una galería especial para artistas locales en su Corte, donde varias creaciones de los ya mencionados se exhibieron repetidamente.

La cuna y tumba de Jan Steen fue Leiden, pero además de vivir en La Haya, pasó brevemente por Delft y Haarlem. Fue, sin duda, el más alegre de los pintores de la Era de Oro. Durante sus últimos años en La Haya, Jan pintó “El mercado de pescados”.

Este lienzo es propiedad del Museo Histórico de La Haya. Steen presenta una escena agradable, detrás se observa la iglesia de San Jacobo y más al fondo la entrada occidental de la ciudad. El joven artista, ya para el año 1649 había visitado varias veces la ciudad de La Haya para pasar por la casa del famoso pintor Jan van Goyen. Probablemente, lo ayudo en su taller de mi calle, pero más probable es que las repetidas visitas hayan sido sólo para echarle un vistazo a Gretel, la hija de Van Goyen. Después de infinitas visitas dejó de echarle vistazos a la hija. Jan y Gretel tuvieron un hijo en 1651. Thaddeus fue bautizado en una iglesia católica, medio escondida, del centro de la ciudad. Jan Steen era un buen católico, y como tal, trajo muchos hijos al mundo. Ocupó puestos de liderazgo en los gremios de pintores de las ciudades en donde vivió. Fue un hombre instruido, atendió la facultad de latín en Leiden y estudió un poco de literatura en la universidad. El artista vendía cuadros regularmente, con lo cual se demuestra que era un virtuoso muy valuado. Sus cuadros recorrieron el mundo. “El mercado de los pescados”, por ejemplo, eventualmente, terminó en Rusia, y después de la Revolución, apareció en Amsterdam. En 1654 se mudó a Delft y cambió de profesión a cervecero. Jan abrió una cervecería, y, al mismo tiempo, se convirtió en su mejor cliente. Su padre lo salvó de la catástrofe financiera, y le dio más dinero para comprar lúpulo. De esa manera, iba a resurgir su negocio, pero por interés propio termino comprando vino. Cuando los barriles se vaciaron, su mujer le imploró tomar acciones drásticas, porque todavía no había signos de vida en la cervecería. Se mudó a Leiden, luego a Haarlem, donde su pobre y santa mujer falleció en 1669. Consiguientemente, se mudó a Leiden. A pesar de algunas adversidades durante su vida como artista, Jan se pudo auto-sustentar. Al dejar de lado el arte, se sentenció a la decadencia. Jan Steen murió en 1679. Tenía 53 años y fue enterrado en la Iglesia de San Pedro en Leiden (donde yo tuve mi ceremonia de graduación).

Otros

Dejando al margen lo antedicho, en el siglo XVII la Corte siguió financiando alrededor de 665 artistas conocidos, como Honthorst, Van de Velde Seghers, Van Ravesteyn, Van Mierevelt, etc. De hecho, eso no es tan sorprendente. A los altos funcionarios, nobles, diplomáticos, y otra gente rica de la ciudad les gustaba fortalecer su posición en la sociedad con un retrato pintado, había por lo tanto mucho trabajo, y por eso iban a La Haya. Amsterdam, Leiden, Haarlem, Utrecht, Delft, y Dordrecht tenían sus talentos, y cada lugar tenía su especialización.

Para una pintura de alta calidad tenías que ir a Leiden. Piezas históricas eran más accesibles en Amsterdam, y Delft tenía los mejores interiores de iglesias. ¿Y que era lo mejor que se podía conseguir en La Haya? Acá te hacías el retratito, la flota naval, o una naturaleza muerta.

No sólo los más ricos y los más nobles hayenses (de la Haya) estaban interesados en colgar el retrato en la pared. Los adinerados burgueses tenían suficiente para decorar sus muros también.

Volviendo a mi calle, pasando por un portal, se llega a la parte de atrás de la casa de Balck Eynde. Sobre el portal se puede observar una inscripción muy pía que dice “Deze leidt onvermoed, naar ruimte tot ons geestelijk goed", que se entiende como: “Esto insospechablemente conduce a un espacio para nuestro bien espiritual”. La casa está ubicada en el número 27 de la calle de las casas tan elegantes y antiguas, de las cuales el canal se lleva toda la reputación. Por supuesto, el portal que conduce a un lugar tan beneficioso para nuestro espíritu termina en una iglesia. Originalmente, aquí se encontraba el taller de Paulus Potter, el cual fue demolido por la familia Voorhoeve para la construcción de una capilla protestante. Desde ya, la familia Voorhoeve era parte de la misma confesión que la capilla predicaba, y lo fue por muchos años. La iglesia se continúa utilizando como tal. Aquí, se practica el dispensacionalismo, o darbinismo, creado, revelado, o descubierto (lo que les parezca más correcto) por el señor John Nelson Darby.

La familia Voorhoeve adquirió la casa de Paulus Potter (nr. 18) en un remate. Hoy este lugar alberga a la Fundación Voorhoeve. Esta fundación se dedica a comprar casas antiguas de la zona para restaurarlas, y luego las alquilan para poder seguir financiando sus proyectos. Casualmente, la fundación es propietaria de mi casa, y de muchas otras de la calle donde vivo.

Siguiendo la corriente del canal, ubicado en el número 28, hay un callejón de unos 25 metros, que termina en otra joya monumental escondida. Una casa extraña, que no encaja en el molde de las otras. La “Casa Suiza”, como la gente de la zona la apodó, tranquilamente podría estar ubicada en el Oberland bernés. Este lugar también es parte de la Fundación Voorhoeve y después de la restauración es usada como residencia (tres departamentos para estudiantes). La Casa Suiza tiene una larga e interesante historia. El comienzo se remota a la primera mitad del siglo XVII. En aquel entonces, La Haya disfrutaba de una modesta reputación internacional para la elaboración de porcelanas. El alemán Anton Lyncker abandonó su fábrica de porcelana en Sajonia y se trasladó a La Haya para trabajar la cerámica. Comenzó en otra calle en 1779, al año siguiente se mudó a la gran casa número 18 de mi calle y en la Casa Suiza estableció su fábrica. En 1782, la fábrica empleaba a 40 personas. El Museo Municipal alberga una colección extraordinaria de porcelana Haagsche (o porcelana de La Haya). En 1962, la ciudad de La Haya entregó como regalo de aniversario de casamiento a la reina Juliana un servicio de mesa del siglo XVIII que provenía de esta fábrica. A causa del acrecentamiento de la competencia, la fábrica no pudo mantenerse a flote. Mientras tanto, el hijo de Lyncker se endeudó a lo grande, y tuvo que entregar la casona a las autoridades (las cuales luego la remataron). La cosa no paró ahí e inmediatamente Lyncker junior tuvo que exiliarse en la ciudad de Aachen para evitar un juicio. El colapso de la planta fue un gran bochorno. Lo que pasó después con la Casa Suiza no es muy claro. Entre 1840 y 1946 se utilizaba como un almacén de maderas. En 1946 los Voorhoeve compraron la Casa y la rescataron de la decadencia, restaurándola y dándole el encanto de antaño.

Alrededor del 1900, en la Dunne Bierkade había muchas oficinas de transporte de carga y gente. Aprovechando los canales, aquí se instaló la Compañía de Barcos a vapor de La Haya (casa nr. 16), el Servicio de Barcos a vapor a Dordrecht (casa nr. 12), y el Servicio de Encomiendas a Amsterdam (nr. 21). Cada uno de estos lugares se ha transformado en algo distinto. La casa nr. 16, es tal vez, uno de los lugares más preferidos de La Haya, De Paas. De Paas es una cervecería, bar, que se destaca por el aire intelectual, muchas veces más asociado a los vinos.

Este local se jacta de tener la mayor variedad de cervezas de la ciudad, y estoy seguro que es verdad. Con 165 cervezas distintas en botella y 11 distintas en barril, uno puede pasar varias horas con buena compañía… evitando terminar como Paulus Potter. La casa 12 es simplemente eso, una casa, también adueñada por la Fundación. El local nr. 21 es hoy un bar/restaurante, también muy agradable, pero no tanto.

En el número 3, al lado de casa, hay un restaurante con un aire muy chic. Se llama Basaal, y aunque todavía no lo visité, voy a catar sus platos muy pronto. El 13 era un viejo hotel que recientemente lo han transformado en un restaurante vegetariano.

Así y todo, alrededor de esta calle hay mucha vida. Es muy cosmopolita y hay mucho movimiento. El fin de semana pasado se organizó un festival de jazz en el canal que pasa en frente de casa.

A ver si me encuentran en el video de abajo... (está todo en holandés y la reportera es medio pesadita...)

Acá a la vuelta esta la casa que ocupó casi toda su vida Spinoza, el famoso filósofo. Mezquitas, sinagogas, e iglesias, restaurantes y cafés adornan y dan vida y energía positiva al área. Además, estoy a cinco minutos del centro y cinco minutos de la estación de tren más linda de la ciudad (que en tres horas y media me deja en París, si necesito escaparme).

Tanta energía que ya no puedo parar de escribir… Paremos un poco con la historia, me voy a dormir porque mañana quiero pasar por mi cafetería preferida antes de irme al trabajo…

Algunas imágenes más de donde vivo:



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Monday 11 May 2009

Escape a Limburg

Evadiendo la realidad de la existencia rutinaria, de sentarme detrás de un mueble y en frente de una pantalla, el fin de semana pasado me escapé de La Haya. No para siempre, pues aunque si pudiese no lo haría, pero para hacer una transferencia de mi cuerpo y alma a un ambiente ajeno, lejos de las banalidades, trivialidades, y de las futilidades de la vida contemporanea.

Siguiendo la sugerencia de mi colega y compañera, Dafne, nos fuimos a visitar a unos amigos de ella que viven en Bocholtz, en la provincia de Limburg, al sudeste de los Países Bajos (ver mapa más abajo). Bocholtz es un pueblito como muchos de este país que mantiene un estilo de vida más conservador y arraigado a tradiciones de origen mítico e irracional, tales como la coronación anual del rey y reina de la ballesta (trajes y vestidos acordes al medioevo incluidos). Sea lo que sea y como fuese, es muy pintoresco, atrayente y encantador, y desde ya que vale la pena observar y disfrutar todo lo que rodea dichas costumbres diferentes a las nuestras.

Alquilamos un auto y partimos durante el mediodía sábado. Bienvenidos por un sol boreal, llegamos fácilmente por las eficientes autopistas holandesas, que graciosamente nos metieron en Alemania por ignorancia propia y porque el GPS de mi teléfono no está hecho para dar direcciones.

Dejando las introducciones a nuevas amistades de lado, nos montamos en las bicicletas y partimos a Eys, otro pueblito idílico que está a unos cinco kilómetros y medio de donde nos encontrábamos. En el camino vimos en la lontananza el Vaalserberg, que a 322,7 metros de altura, es el punto más alto del país. Terminamos en lo de Bie de Tantes (En lo de las tías), un restaurante muy pituco y gezellig (una palabra holandesa que, más o menos, significa “acogedor”). Nos tomamos una sopa de espárragos que estaba deliciosa (los espárragos están en temporada) y luego continué y terminé comiéndome la especialidad de la zona: conejo. Una experiencia gastronáutica inolvidable.

De regreso, pensé que esta gente iba a dormir… o por lo menos yo me iba a tirar a la cama porque estaba semi-muerto. Pero me debo haber perdido alguna de las tantas conversaciones del día o me faltó interpretar algunos diálogos, porque la idea era ir a ver una banda de música que tocaba en la escuela local que cumplía 75 años. De hecho, había varios festejos en el pueblito por el aniversario del colegio. Con un sí forzado, salimos a ver este grupo. Yo creo que a Francisco le hubiese encantado y hubiese bailado cada uno de los temas del grupo. Hub’n Bub’n, así se llama la banda, es un grupo holandés de Maastricht que se creen austriacos y tocan polka. Buenísimo. Vean el clip que ya fue visto por más de doscientos mil personas:



Fue muy divertido ver a la gente pasándola bien.

Al día siguiente, domingo, me despertó la fanfarria local a las 08:45AM. Nuevamente, otra actividad relacionada al aniversario de este colegio. Sonaban hermoso… lástima que fuese tan temprano. Luego de una rápida ducha y un gran desayuno, nos fuimos en bici hasta Oud Valkenburg, un pueblo más chico aún, que tiene un hermoso castillo, Kasteel Schaloen, que data del 1200 y que del cual no se sabe mucho, más que fue un fuerte para proteger el área.

Después de unas ricas papas fritas, bicicleteamos hasta la estación de tren de Schin op Geul, donde tomamos un tren a vapor inglés que nos llevo hasta Simpleveld. El recorrido es hermoso y no pude dejar de pensar en Guillermo. ¡Guille, tenés que venirte a disfrutar de estos ferrocarriles!

Saqué unas fotos del castillo, las estaciones, el recorrido y el tren que pueden ver en el siguiente eslabón:

Trip to Bocholtz


Para terminar el fantástico día, fuimos a tomarnos un helado en una granja (los producen ahí), y tengo que admitir que ha sido el mejor helado que he probado en Europa. El lugar se llama Hoeve Scholtissenhof y además hace bien en vender otros productos locales, como por ejemplo jugo de manzana, el cual acabo de terminar mientras estaba escribiendo esto.

Dejando de lado la despedida, partimos de vuelta y se acabó el fin de semana. Hoy volví al trabajo. Con nuevos aires, detrás de un escritorio, en frente a una computadora, esperando que sea viernes otra vez…



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